top of page

Cuando se acaban los noodles

Viajar está muy bien, pero los furgoneteros no viven sólo de paisajes idílicos.

Cuando no sobra el dinero, las ganas de viajar son grandes y el hambre aprieta; se agudiza el ingenio.

Hace dos años que compramos nuestra furgoneta, y a pesar de que todavía no está terminada, esto no nos impide viajar y disfrutar de ella... Aunque sea sin nevera, con una garrafa de agua para fregar los platos, y un fogón portátil.

Es en estas situaciones cuando se tiene que improvisar y ponerse creativos... porque la comida precocinada nos salva muchas veces, pero cuando se supera cierta edad, se hace difícil encadenar más de 2 días comiendo noodles.

Y es este momento en el que empiezas a buscar recetas e ideas por internet, y parece que todo el mundo tenga un horno, una thermomix y una panificadora dentro de la furgoneta. Pero como nos gustan los retos y no nos sobra mucho espacio, cocinamos con un cazo, una sartén con el mango roto y un colador (que por cierto, tampoco tiene mango).



Nuestra cocina de momento


Mis años trabajando en cocina hace tiempo que pasaron, pero a pesar de que sorprenda a muchos, en las cocinas profesionales se improvisa mucho, los gadgets son escasos, y casi todo lo que vemos (cocina de vanguardia a parte) es el resultado de horas de trabajo y mucha habilidad... Pues, es tiempo de “fluir” y de improvisar, de adaptarse a lo que tenemos y hacer volar la imaginación.


Somos conscientes de las limitaciones de una camper, y del poco instrumental que llevamos; pero cuando viajamos, no necesitamos hacer platos dignos de soles o estrellas; sino, comidas sabrosas, que llenen el estómago, calienten el alma, y nos den energía para poder continuar haciendo aquello que más nos gusta.


Por un lado, hay mucho de organización, de preparar platos en casa y envasarlos. Porque cocinando en casa, cuesta muy poco hacer dos raciones más, y hace mucho gozo comer unos macarrones caseros después de todo un día andando.

Pero, también hay mucho de improvisación, de ir a los mercados y buscar producto local (no tener nevera lo hace obligatorio). Pero esto también nos permite comprar con los vecinos. Hablar y preguntar, aprender qué platos son típicos, y sobre todo, por qué lo son. Empaparnos de su cultura y tradiciones.


Cuando cocinamos en ruta tenemos algunos clásicos que no nunca faltan, ni fallan. A nuestra despensa no falta arroz ni macarrones, aceite y ajo -somos mediterráneos, no lo podemos ocultar. Un bote de salsa bognesa casera, y otro con patata y cebolla fritas, porque nunca sabes cuando puedes necesitar una tortilla de patata… (y freír a la furgo es un poco tedioso… y la tortilla hace muchos amigos…). y sobre todo, nunca falta papel y lápiz, por quien te puedas encontrar por el camino.


Macarrones bolognesa "della Mamma di Carlo" que siempre nos compañan


Viajar con la casa a cuestas, y con cocinas tan limitadas, nos da la oportunidad de dar un paso atrás, de volver a tiempos más sencillos donde necesitábamos menos aparatos para hacer las cosas. Cuando se cocinaba en el fuego, y se conservaban los frutos y las verduras del verano para que aguantasen todo el año. Parece que nos hemos olvidado muy rápido de todo lo que sabíamos, y ahora necesitamos tener todo aquello que queremos en el momento, estamos acostumbrados a que el mundo se adapte a nuestros deseos momentáneos, y hemos acabado perdiendo la capacidad de planificar y de improvisar.


Nosotros intentamos adaptarnos a las circunstancias, y mostrar que con muy poco, se puede hacer casi de todo.

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


No te pierdas nada

Suscríbete para estar al día de
todas nuestras recetas

¡Gracias por suscribirte!

©2020 by pinkmiwako. Proudly created with Wix.com

bottom of page